Comentario
CAPÍTULO V
Y no tenían fuego. Solamente lo tenían los de Tohil. Éste era el dios de las tribus que fue el primero que creó el fuego. No se sabe cómo nació, porque ya estaba ardiendo el fuego cuando lo vieron Balam-Quitzé y Balam Acab.
-¡Ay, nuestro fuego ya no existe! Moriremos de frío, dijeron. Entonces Tohil les contestó: -¡No os aflijáis! Vuestro será el fuego perdido de que habláis, les dijo entonces Tohil.
-¿De veras? ¡Oh Dios, nuestro sostén, nuestro mantenedor, tú, nuestro Dios!, dijeron, dándole sus agradecimientos.
Y Tohil les respondió: -Está bien, ciertamente yo soy vuestro Dios; ¡que así sea! Yo soy vuestro Señor; ¡que así sea! Así les fue dicho a los sacerdotes y sacrificadores por Tohil. Y así recibieron su fuego las tribus y se alegraron a causa del fuego.
En seguida comenzó a caer un gran aguacero, cuando ya estaba ardiendo el fuego de las tribus. Gran cantidad de granizo cayó sobre las cabezas de todas las tribus, y el fuego se apagó a causa del granizo, y nuevamente se extinguió su fuego.
Entonces Balam Quitzé y Balam Acab le pidieron otra vez su fuego a Tohil : -¡Ah, Tohil, verdaderamente nos morimos de frío!, le dijeron a Tohil.
-Está bien, no os aflijáis, contestó Tohil, y al instante sacó fuego, dando vueltas dentro de su zapato.
Alegráronse al punto Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam, y en seguida se calentaron.
Ahora bien, el fuego de los pueblos [de Vucamag] se había apagado igualmente, y aquéllos se morían de frío.
En seguida llegaron a pedir su fuego a BalamQuitzé, BalamAcab, Mahucutah e Iqui Balam. Ya no podían soportar el frío ni la helada; estaban temblando y dando diente con diente; ya no tenían vida; las piernas y las manos les temblaban y nada podían coger con éstas cuando llegaron.
-No nos causa vergüenza venir ante vosotros a pediros que nos deis un poco de vuestro fuego, dijeron al llegar. Pero no fueron bien recibidos. Y entonces se llenó de tristeza el corazón de las tribus.
-El lenguaje de Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui-Balam es diferente. ¡Ay! ¡Hemos abandonado nuestra lengua! ¿Qué es lo que hemos hecho? Estamos perdidos. ¿En dónde fuimos engañados? Una sola era nuestra lengua cuando llegamos allá a Tulán; de una sola manera habíamos sido creados y educados. No está bien lo que hemos hecho, dijeron todas las tribus bajo los árboles y los bejucos.
Entonces se presentó un hombre ante BalamQuitzé, BalamAcab, Mahucutah e Iqui Balam, y habló de esta manera el mensajero de Xibalbá: -Éste es, en verdad, vuestro Dios; éste es vuestro sostén; ésta es, además, la representación, el recuerdo de vuestro Creador y Formador. No les deis, pues, su fuego a los pueblos, hasta que ellos ofrenden a Tohil. No es menester que os den algo a vosotros. Preguntad a Tohil qué es lo que deben dar cuando vengan a recibir el fuego, les dijo el de Xibalbá. Éste tenía alas como las alas del murciélago. Yo soy enviado por vuestro Creador, por vuestro Formador, dijo el de Xibalbá.
Llenáronse entonces de alegría, y se ensancharon también los corazones de Tohil, Avilix y Hacavitz cuando habló el de Xibalbá, el cual desapareció al instante de su presencia.
Pero no perecieron las tribus cuando llegaron, aunque se morían de frío. Había mucho granizo, lluvia negra y neblina, y hacía un frío indescriptible.
Hallábanse todas las tribus temblando y tiritando de frío cuando llegaron a donde estaban Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam. Grande era la aflicción de sus corazones y tristes estaban sus bocas y sus ojos.
En seguida llegaron los suplicantes a presencia de Balam-Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e IquiBalam. -¿No tendréis compasión de nosotros, que solamente os pedimos un poco de vuestro fuego? ¿Acaso no estábamos juntos y reunidos? ¿No fue una misma nuestra morada y una sola nuestra patria cuando fuisteis creados, cuando fuisteis formados? Tened, pues, misericordia de nosotros!, dijeron.
-¿Qué nos daréis para que tengamos misericordia de vosotros?, les preguntaron.
-Pues bien, os daremos dinero, contestaron las tribus.
-No queremos dinero, dijeron Balam Quitzé y Balam Acab.
-¿Y qué es lo que queréis?
-Ahora lo preguntaremos.
-Está bien, dijeron las tribus.
-Le preguntaremos a Tohil y luego os diremos, les contestaron.
-¿Qué deben dar las tribus, ¡oh Tohil!, que han venido a pedir tu fuego?, dijeron entonces Balam-Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam.
-¡Bueno! ¿Querrán dar su pecho y su sobaco? ¿Quieren sus corazones que yo, Tohil, los estreche entre mis brazos? Pero si así no lo desean, tampoco les daré su fuego, respondió Tohil.
-Decidles que eso será más tarde, que no tendrán que venir ahora a unir su pecho y sus sobacos. Esto os manda decir, les diréis. Ésta fue la respuesta a Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam.
Entonces transmitieron la palabra de Tohil. -Está bien, nos uniremos y lo abrazaremos, dijeron [los pueblos], cuando oyeron y recibieron la palabra de Tohil. Y no obraron con tardanza: -¡Bueno, dijeron, pero que sea pronto! Y en seguida recibieron el fuego. Luego se calentaron.